Han pasado varias
semanas desde mi última publicación sobre Ébola. (Por cierto, el acento va en
la primera sílaba y no en la segunda como lo había escrito). En estos últimos
días no se han registrado nuevos casos y al parecer la situación está bajo
control. Sin embargo, para mantener a la gente alerta, un grupo de jóvenes
liberianos crearon una canción sobre esta enfermedad, se toca mucho en las
radios locales. Dentro de todo este ajetreo, tuve que realizar un viaje de
emergencia a Costa de Marfil. Afortunadamente, esta emergencia no tenía nada
que ver con la enfermedad, sino con un examen de inglés que tenía que rendir,
sin excepción, para mi próximo proyecto.
Para poner los hechos
en contexto, realicé mi viaje la segunda semana de abril. No fue fácil tomar la
decisión de dar el examen de inglés en este país por una serie de razones. La
primera es que no hablo francés. La segunda y más importante es que Costa de
Marfil tuvo una guerra civil no hace muchos años atrás y aún hay inestabilidad
social en algunas regiones. Por último, sería la primera vez que viajo en África
solo, a través de transporte terrestre y
sin la protección del auto de la organización.
El primer paso dentro
de todo este viaje es conseguir la visa para facilitar el tránsito en las
aduanas. Este documento cuesta setenta dólares y permite ingresar al país por
una sola vez por un periodo máximo de tres meses. El próximo paso es coordinar
el viaje desde Saclepea hasta el límite de Liberia con Costa de Marfil. Este
trayecto dura dos horas y media y lo pude hacer en el auto de la organización.
Debo decir que iba un poco nervioso durante este lapso porque no sabía que
esperar una vez que llegara a la aduana. Ya en la aduana de Liberia seguí el
procedimiento habitual que incluye mostrar la visa de Costa de Marfil, mostrar
mi pasaporte y mi libro que comprueba que he sido vacunado contra la Fiebre
Amarilla. Todo estaba en orden, así que pude continuar. Es importante mencionar
que el límite físico entre estos dos países es un puente. Así que una vez que
terminé mis papeles caminé por el puente hasta llegar al primer punto de
revisión en Costa de Marfil.
El primer punto de
revisión es en una pequeña cabina donde revisan si llevo substancias ilícitas.
La verdad que no me revisaron, me dejaron pasar libremente. Luego llegué a la
cabina donde me entrevistó un doctor para saber si sabía algo sobre Ébola. Le
dije que trabajaba para una organización que vela por la salud de los liberianos.
(En realidad lo tradujo un chico de Liberia que me ayudó durante todo ese
trayecto). Así que, nuevamente, me dejaron pasar. Por último, llegué a la
temida sección donde revisan los documentos como el pasaporte y la visa. Es un
poco difícil pasar por estas revisiones porque la policía en África del Oeste
es mu corrupta. Para mi fortuna, todo estaba en orden y no me pidieron ningún
tipo de “ayuda” económica. Por último, mi ayudante me llevó hasta el
estacionamiento de motos, negocié el precio e inicié mi recorrido por Costa de Marfil.
La tarifa desde el
límite hasta el primer pueblo, Danané, es de quince dólares por un viaje de una
hora y media, el mismo precio que cuesta el viaje desde Danané hasta Abidjan,
la capital de Costa de Marfil, por un viaje de doce horas. Al principio no entendía
el precio del primer trayecto, pero a mi regreso lo comprendí. El conductor
resultó ser un chico de Guinea y me ayudó durante mi estadía en Danané e incluso
a mi retorno a esta ciudad. Asimismo, me ayudó a comprar el pasaje para el bus
y a conseguir alojamiento por un precio razonable, sin cobrarme dinero extra
como normalmente sucede en estos países.
Danané es una ciudad
pequeña que cuenta con algunos servicios básicos como red de agua (no sé si es
potable) y red de electricidad. Hay muchos restaurantes, muchos talleres de
carpintería, pequeños puestos de frutas y verduras; y algo que identifica mucho
a Costa de Marfil, pan estilo francés por todos lados y a muy bajo costo. Pasé
un día completo y una noche en esta ciudad. Salí a caminar un poco y practiqué
francés con algunos residentes que me ayudaron a comprar comida. No sé hablar
francés, sólo sé saludar y puedo leer un poco porque se parece muchísimo al
español.
Día dos en Costa de
Marfil. Me levanté muy temprano para ir a la estación de buses en caso de tener
algún inconveniente. Por supuesto, debí haber pensado que estoy en África y el
tiempo no es una prioridad, partimos dos horas después del horario establecido.
Mientras tanto, comí pan baguette con huevo y café en un pequeño puesto de
comida. Estaba muy bueno, realmente se nota la influencia francesa en la cocina.
Finalmente, me subí al bus y comencé mi viaje hacia Abidjan.
Lo bueno de viajar en
Costa de Marfil es que los caminos son pavimentados; de hecho, tienen una
autopista con cuatro vías en muy buen estado. Por otro lado, el viaje no
debería tomar doce horas, fácilmente se puede hacer en ocho horas. El chofer
del bus paraba en muchos pueblos y, contradictoriamente, cuando íbamos por la
mejor carretera, iba a menor velocidad por miedo a que le saquen una multa.
Después de ver el actuar de la policía me di cuenta el porqué del miedo de los
conductores. Durante todo el viaje, también paramos a comer y a hacer nuestras
necesidades a una orilla del camino porque el bus no tenía baño.
Finalmente, llegamos a
Abidjan alrededor de las ocho de la noche. Nos estacionamos en un lugar
bastante caótico. Imagínense llegar de noche a una ciudad capital que no
conocen, está oscuro y no hablan el idioma, hay muchísima gente a tu alrededor
tratando de llamar tu atención por diferentes razones y no tienes idea de cómo
llegar al hotel. Para mi fortuna, otra vez un liberiano me asistió con la
traducción y me ayudó a conseguir un taxi que me dejó en las puertas del hotel.
En ese momento, por primera vez en todo el viaje me sentí menos presionado. Lo
había logrado, había llegado a la capital sano y salvo.
El hotel era más bien
una residencia muy bonita y organizada. Contaba con todas las comodidades y el administrador
hablaba suficiente inglés como para preguntarle algunas cosas básicas. Al final de la noche, ya no tenía
energía más que para una ducha y dormir.
Al siguiente día,
tenía una tarea bien clara: encontrar la Biblioteca Nacional donde tomaría el
examen de inglés. No fue muy difícil porque al menos podía pronunciar ese nombre en
francés, Bibliothèque Nationale. Ese mismo día también visité una pizzería y un supermercado. ¿Un supermercado? Sí, leyeron bien. Me gusta comprar productos locales, especialmente me gusta probar los lácteos. También compré
algunas cosas para cocinar en el hotel; es más económico y, cuando tengo los
ingredientes, me encanta cocinar.
Siento decepcionar a
mis amigos(as) con la falta de fotografías. Mi escusa es que no planifiqué este
viaje con más de una semana de anticipación. No busqué mucho en Google sobre
los lugares para visitar en la capital y no es fácil movilizarse cuando no se
habla el idioma. Ciertamente, se puede, pero hay que planificar un poco mejor.
Mi opción era andar en taxi, pero cada viaje costaba caro. Así que en esta
oportunidad fui bastante práctico e hice lo que tenía que hacer solamente.
Llegó el día del
examen y todo salió bien. Estaba muy nervioso porque el sistema se cayó varias
veces y no sabía que esperar, a pesar de que me dijeron que todo se grababa en
el servidor.
Durante mi último día, me
dediqué a recorrer el mercado, comprar mi pasaje de vuelta, comer fruta y
descansar mi mente. Al otro día, nuevamente me levanté a las 5:30 por una
semana consecutiva. Llegué al estacionamiento con una hora de anticipación.
¿Qué sucedió? Tuve que esperar tres horas para salir de Abidjan. Había mucha
confusión, nos cambiaron de bus tres veces. Se especulaba que la razón por la
que no tomaríamos el bus grande era porque lo habían hecho volver por posibles
casos de Ébola. Salimos de la capital muy tarde y eso hizo que llegáramos a
Danané a las diez de la noche en un minibus. Fue el viaje más incómodo que he tenido. El
asiento era muy pequeño, paramos en cada pueblo que había. Ya al anochecer, la
policía se subía al bus a preguntar por las identificaciones. En ese momento,
me explicaron que no era seguro viajar de noche porque había grupos en las
carreteras que secuestraban a los pasajeros. No fue el momento ideal para conocer
la noticia. Pero llegamos, llegamos bien. Para mi sorpresa, mi amigo de Guinea
se acordaba de mí y me estaba esperando cuando llegamos a Danané, me llevó hasta el hotel y no me cobró
por el viaje. Sólo quería asegurarse que al siguiente día me iría con él hasta
la aduana.
Al otro día no fue
fácil coordinar mi regreso a Liberia. Le pedí al chico que me pasara a buscar a
las once de la mañana. No tenía apuro ya que el auto me estaría esperando a la
una de la tarde en Liberia. Todo iba bien en la mañana hasta que llega el chico
y me comunica que deberíamos irnos inmediatamente porque el gremio de
motociclistas estaba pensando en no dejar ir a nadie más hasta el límite debido
a que Liberia tenía pensando cerrar su aduana. El chico de Guinea decidió
llevarme de todas maneras.
En este último trayecto me di cuenta por qué el viaje entre Danané y la aduana era tan costoso. En el primer
punto de revisión, la policía le cobró dos dólares al chofer, no sé si el gobierno está al tanto de ese “peaje”. En el segundo punto, un policía le cobró seis dólares
y en el último le cobraron dos dólares más. Un total de diez dólares en “peaje”;
honestamente eso es corrupción. Estaba muy enfurecido con la policía en ese
momento. El chico solamente tuvo un resto de cinco dólares, sin contar el
combustible. En el último punto de revisión iba todo bien hasta que un policía
de gafas bien oscuras, muy parecido al típico estereotipo de dictador africano
me cobró cuatro dólares. Conociendo el sistema, me hice el desentendido y le
dije que no debía pagar porque tenía todos mis papeles en orden. El policía se
enfureció y ni siquiera me miró, sino que se puso a discutir con el conductor.
Me sentí muy mal en ese momento porque no pensé que se iba a descargar con él.
Probablemente le iba a causar problemas cada vez que pase por ahí. Los otros
tres policías que estaban en el lugar intentaban tranquilizar al otro policía
corrupto. Ellos me decían que nos vayamos, pero el conductor estaba asustado,
después de todo el policía corrupto tenía una ametralladora. Finalmente, se
para uno de los policías que medía siquiera un metro noventa y encara al
corrupto. Fin de la discusión. Llegué a la aduana y pasé sin ningún problema a
Liberia.
Este viaje sin duda
fue estresante por varias razones como podrán darse cuenta. La policía tiene
más poder y es muy corrupta. De igual forma, algo que me disgustó muchísimo fue
que los marfileños tratan muy mal a los liberianos. Primero, los hacen pagar en
las aduanas a pesar de que existe un tratado de libre tránsito entre países de
África del Oeste. También los hacen vacunarse contra ciertas enfermedades. Y
como si no fuera suficiente, incluso cuando han pasado por todos los controles,
los hacen volverse a Liberia. ¿La razón? Ébola. Al menos, eso fue lo que me
contaba la policía de Liberia, quien además me confirmó que no tenían pensado cerrar su aduana, sólo querían asegurarse de que la policía marfileña no se aprovechara de la situación. Lo más contradictorio, es que hay muchos
refugiados de Costa de Marfil en Liberia y los liberianos los tratan bastante
bien. Es difícil comprender ciertas injusticias, pero cada vez me convenzo más
que nuestra naturaleza humana muchas veces es despreciable.
¿Volvería a Costa de
Marfil? No lo creo. Por supuesto, es mi humilde opinión. Si viajan con harto
dinero y hablan francés quizás tengan un mejor momento. Es un país con muchas
atracciones turísticas y está más desarrollado que Liberia. Geográficamente es
bien lindo. Por otro lado, no puedo sentirme seguro como turista si la policía
no es de confiar. En Chile sabemos que es bien probable que le roben a un
turista, pero en la mayoría de los casos se puede confiar en que la policía no
intentará aprovecharse de ellos. Ghana sigue siendo mi país favorito en África
del Oeste.
Claro está que no
lamento el viaje a Costa de Marfil. Aprendí más francés del que podría haber
aprendido en un mes con un libro, es el primer país que conozco que tiene
influencias francesas, aprobé mi examen con un puntaje mejor del que esperaba, probé
comida exquisita y, por sobretodo, tendré más recuerdos de otra lugar del mundo.
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Alrededores de Danané |
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Monumento religioso en Yomoussoukro (Ciudad más grande de Ivory Coast) |
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Otro monumento religioso en la misma ciudad
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Los mercados son más variados que en Liberia
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Africa también tiene su lado moderno |
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Catedral de San Pablo |