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viernes, 21 de febrero de 2014

90 MINUTOS DE FAMA

Uno de los deportes más populares en Liberia, y probablemente en África, es el fútbol. La gente se toma esta actividad con mucha seriedad. Chelsea y Manchester United son los dos equipos más populares. También lo son Barcelona y Real Madrid. Como la gran mayoría de la gente no tiene electricidad, existen algunos centros de entretenimiento donde se transmiten los partidos en vivo y se cobra una entrada de aproximadamente $0,5 dólares. Además, todas las semanas hay encuentros locales entre las distintas ciudades del condado, se parecen mucho a los partidos de la tercera división chilena o al fútbol campesino de mi querido sur. Con todo este ambiente futbolero fue difícil no involucrarme en este deporte nuevamente y comenzar a entrenar con mis colegas para tener un duelo con otra ONG, al menos eso fue lo que se dijo al principio. 

El primer día de práctica estaba un poco confundido. No fue una práctica exclusivamente entre colegas, más bien jugamos contra un equipo local inmediatamente. En otras palabras, jugamos contra chicos que entrenan frecuentemente. Muchos de los futbolistas aficionados tienen grandes habilidades para jugar y además son rápidos y fuertes. Por mi parte, estaba más acostumbrado a jugar con mis amigos donde después de diez minutos se cansan y se toman una cerveza. Jugar contra los liberianos me puso a prueba físicamente y creo que no lo hice tan mal.

Cierto es que nos ganaron por cinco goles de diferencia y por esas cosas de la vida y por estar en el lugar adecuado convertí el único gol para mi equipo. Desde ese entonces me transformé en el delantero titular. Para que no suene tan arrogante debo decir que en los primeros cinco minutos me caí y me herí bastante feo en uno de mis brazos. Atribuyo la caída a mi falta de estado físico y un poco al suelo que tenía piedrecillas. 

Seguimos con las prácticas por dos semanas hasta que llegó el día del encuentro. En aquel momento no me imaginaba cómo sería todo el preámbulo, pero después de tres meses uno se va haciendo una idea de las cosas. El mismo día del partido nuestro capitán nos avisa que no jugaríamos contra otra ONG, sino que contra el equipo de Saclepea. Fue un poco difícil aceptar que el duelo sería contra chicos que se preparan diariamente para sus encuentros, pero a esa altura no teníamos otra opción. 

Para bien o para mal, Liberia siempre te da sorpresas. Esta vez creo que fueron positivas. Nunca me imaginé que todos jugaríamos con camisetas de Chelsea. Pensaba que sería un duelo más de barrio, todos jugando con poleras de distintos colores, con zapatillas normales y sin público. En realidad, fue todo lo contrario y a eso me refería con que la gente se toma muy en serio el fútbol.

Sólo faltaba una hora para que comenzara el partido cuando me dijeron que me suba en el asiento delantero del auto. No sabía por qué debía hacer eso si estábamos a cinco minutos caminando hasta la cancha. Luego de subirme, comenzó el espectáculo. En un auto y tres motocicletas recorrimos todo el pueblo tocando la bocina para que la gente fuera a ver el encuentro. Ahí recién entendí por qué iba en el asiento frontal, un qüiplu (hombre blanco) llama mucho la atención y más cuando está vestido con tenida deportiva. 

Finalmente, llegó la hora de jugar. Con excepción de la cancha, todo lo demás fue bastante formal, contábamos con todos los árbitros respectivos y había bastante gente de la oficina apoyándonos. El partido fue bastante intenso y el equipo contrario generalmente poseía el balón. Por otro lado, nosotros teníamos un portero que nos evitó bastantes goles. Casi al finalizar la primera mitad, tuve la oportunidad de anotar, pero el arquero la detuvo. Toda nuestra barra comenzó a gritar qüiplu y me sentí un poco avergonzado por tanta atención, después de todo era el único “blanco” en la cancha. Termina el primer tiempo y nos vamos a descansar. En mi caso, me di el tiempo de tomar mucha agua porque jugar con 30° C no es fácil. 

Comienza el segundo tiempo y a pocos minutos del inicio nos cometen una falta en el área penal. Nuestro capitán anota y ganamos aún más confianza. El sólo hecho de que no nos hayan anotado durante el primer tiempo nos ayudó a ver que podíamos lograr algo. En los próximos minutos no hubo mucha acción más que algunos cambios de jugadores que ya estaban con dolores musculares. Casi al final del partido, nuestra defensa estaba un poco distraída y nos anotan un gol. Así el árbitro da por terminado el encuentro, empate uno a uno.

Al salir de la cancha fue interesante escuchar a la gente agradecerme por haber jugado. Inmediatamente asumí que fue por compartir con ellos y no por mi forma de jugar que me agradecían. Al parecer, debo ser el único qüiplu que ha jugado con ellos en mucho tiempo. 

Fue una gran experiencia y aunque no me gusta llamar (aún más) la atención, creo que participaré en el próximo partido que jugaremos contra las tropas de Bangladesh de las Naciones Unidas. Sin duda, si ese duelo se lleva realmente a cabo, será una tarde inolvidable para los liberianos que verán en sus canchas tantos qüiplus en un mismo lugar. El fútbol tiene sus detractores, pero acá parece funcionar bastante bien para compartir con la gente en otro contexto y salir un poco de la rutina. Además, me sirvió para observar que la cultura de este país también se refleja en este deporte. Los jugadores tienen mucho potencial individual, pero su falta de organización y rigurosidad creo que los haría perder contra un equipo chileno de similares condiciones.

1 comentario:

  1. Lindo Seba!!! Qué bkn todo! Yo estoy poniendo monono mi blog para poder subir otra entrada jejeje. Besos y sigue disfrutando!

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