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viernes, 22 de noviembre de 2013

SOBRE LA COCINA Y LA COMIDA


Muchos de mis amigos conocen mi pasión por la cocina y la comida. En cuanto a si cocino bien o no, es un debate demasiado extenso como para tratarlo en este espacio. No obstante, en lo que sí puede haber consenso es en que efectivamente me gusta muchísimo cocinar y probar recetas nuevas, especialmente cuando son de otros países.

Compras en el mercado
En esta corta intervención me enfocaré más en la comida que se puede encontrar en el pequeño pueblo de Saclepea ya que en la capital, Monrovia, hay mucha más variedad de alimentos. En Saclepea, abundan los plátanos y un familiar de éste que es más grande y que generalmente se usa para cocinar. También hay una gran oferta de papayas y naranjas. Las primeras se pueden encontrar generalmente en el mercado que se hace todos los días martes; por otro lado, es más fácil comprar naranjas a los vendedores callejeros que las llevan en fuentes plásticas sobre sus cabezas. Las naranjas las venden con la capa más externa a medio pelar. Es como si las hubieran pasado por un rallador para quitarle su característico color. Además, les cortan una de sus polos para poder apretarla y extraer su jugo por ese orificio. Aún no intento este método porque me gusta comer la naranja completa y no desperdiciar ni una parte de ésta. Desafortunadamente, la piña, una de las frutas que más había querido probar, ya está fuera de temporada. A pesar de eso, igual tuve la oportunidad de conocer un árbol de piña y me llevé la sorpresa de que era muy distinto a cómo me lo imaginaba. Y mi colega se encargó de avisarme de que existe un tipo de serpiente negra a la que le encanta tomar jugo de piña, así que seguiré comprando en el mercado sólo por precaución. Otro refrescante fruto que se puede encontrar por estos lados es el coco. Es un fruto muy rico en sales y minerales; de hecho, es considerado el Gatorade natural.

Gatorade liberiano

Nacimiento de una piña
Lamentablemente, la variedad de vegetales no es muy amplia. Hay tomates pequeños, ajíes, hojas de papas, hojas de yuca, papas dulces y otros vegetales pequeños que sólo he visto, pero que no conozco en realidad. Las ensaladas son casi inexistentes. 

Hay un plato liberiano que se prepara con hojas de papas y hoy me atreví a cocinarlo. Simplemente se hierven las hojas hasta que queden bien suaves y se adereza con aceite, cebollas, ajos y sal hasta que quede una especie de pasta espesa. Luego  se pone sobre el arroz. El plato tradicional lleva pollo y pescado, mas no me atrevo a comprar carne por mi cuenta aún.

Arroz con hojas de papas y ajíes

También hay caracoles gigantes y he escuchado que en algunas partes se puede conseguir carne de mono y serpiente. La verdad es que aún no he visto eso. Lo que sí he visto es un tipo de carne ahumada que se llama “bush meat” o carne del bosque  que puede ser de cualquier animal que encuentren a los interiores de la selva.

El arroz es el grano predilecto de esta zona. Hay al menos tres tipos de arroz. Es un producto bastante económico, por eso cuando uno come en un restaurant le dan un plato de arroz que podría ser fácilmente para tres personas. El arroz lo preparan simple porque hacen salsas aparte para sazonarlo.

En general, uno puede inventar cosas bien ricas si le gusta la cocina. Acá intenté hacer un plato que probé en Colombia y resultó bastante bueno.

Arroz, frijoles, bananas fritas, ajíes y tomates

Las comidas no son lo mismo si no se acompañan de un buen vino. Para mi fortuna, acá puedo encontrar vino chileno. Las líneas Frontera y Casillero del Diablo de la viña Concha y Toro al parecer están hasta en los lugares más recónditos del planeta. También tengo acceso a vino de Sud África y aunque suene muy nacionalista, aún prefiero el vino chileno.

Los precios de productos naturales son increíblemente baratos. Recuerdo muy bien cuando compré mis primeras ocho paltas o aguacate a 0,6 dólares, cuando en Chile podría pagar un dólar por una palta. Una piña pequeña y una papaya grande cuestan menos de un dólar cada una. Todo tiene sentido en una comunidad donde el promedio de ingreso es un dólar al día. 

lunes, 18 de noviembre de 2013

ABDOMINALES PODEROSOS, CAMINOS IMPOSIBLES Y PLÁTANOS SALVADORES

Ya van dos semanas de salidas a terreno y creo que es tiempo de contar un poco sobre lo que hago por esta región.

Aún no conozco mi título exacto, pero debe ser algo así como consultor en educación. Es más fácil describir mis funciones que descubrir el título de mi puesto de trabajo. Lo sabré con seguridad cuando mi supervisora nos visite nuevamente. Por ahora me encargo de visitar todas las comunidades donde hay un programa de alfabetización para adultos auspiciado por Project Concern International (PCI), la organización para la cual trabajo. En un principio visitaría algo así como quince comunidades; no obstante, como muchas cosas en Liberia, la información no era precisa. En total son más de treinta comunidades y los horarios de clases difieren bastante de lo que se me dijo al comienzo.

Bienvenida en una de las comunidades

Al llegar a la comunidad todos los niños e incluso algunos adultos me saludan por mi segundo nombre, qüi plu que significa “blanco” o “civilizado” lo cual es extraño para mí que soy más bien moreno y ni tan civilizado. Me reúno con los encargados de dictar las clases y charlamos brevemente sobre sus horarios, cantidad de alumnos, sentimientos sobre lo que están haciendo, entre otras cosas. También observo sus clases y cómo interactúan con sus estudiantes. Todo eso para poder redactar un informe y sacar mis propias conclusiones sobre si el proyecto se ha estado llevando a cabo correctamente y determinar qué medidas tomaré para sacar el mejor provecho de los recursos entregados a las comunidades. Por ahora, eso es lo que hago.  

Profesora de adultos y niños
Si bien durante estas dos semanas mis obligaciones no han sido del todo complicadas, hay otros inconvenientes con los que lidiar diariamente.

A pesar de que aprendí a conducir una motocicleta, aún no me asignan una para mí solo. Por lo tanto, debo hacer de pasajero todos los días. Desearía poder relajarme y observar el paisaje mientras pasan las horas, pero así no son las cosas. En todo momento debo ir muy atento a los gigantescos baches para mantenerme en el asiento y no salir volando hacia un costado. Este simple ejercicio involucra mucho trabajo abdominal y lo sé porque al final de la jornada me duele muchísimo esta zona. Hasta tal vez funcione mejor que los Abdominales en 8 minutos que se pueden encontrar en Youtube. Veré los resultados con más certeza al final de mi tiempo en Liberia.

Llegar a estas comunidades es quizás lo más difícil del trabajo. Después de la larga guerra civil de Liberia, los caminos quedaron destruidos. Si a ello le agregamos el factor lluvia, muchas cosas interesantes y peligrosas pueden suceder.

Al pasar por uno de los caminos, no pude evitar recordar el programa Rutas Mortales trasmitido por History Channel. Nos encontramos con un camión muy cargado que al tratar de pasar por un montón de barro quedó atrapado. Tampoco es que haya muchas otras vías por donde transitar, las rutas alternativas son escasas o nulas. Por mi cuenta, me bajé de la motocicleta para que mi compañero pudiera cruzar sin problemas, y también porque no quería caerme en el barro, y me dediqué a sacar algunas fotos de la divertida situación mientras cruzaba caminando.

Camión con un pequeño problema en el camino

Después de un buen par de horas de viaje y haber pasado por cuenta comunidad encontramos a lo largo de nuestro camino, por fin llegamos a nuestro destino. Conocimos a Washington quien recién está comenzando con el proyecto y le hicimos las preguntas correspondientes. Por primera vez en el viaje tuve la posibilidad de ver la hora y como si mi estómago estuviera sincronizado con mis ojos, me dio hambre. Creo que Washington y su familia vieron mi cara de hambre porque inmediatamente fueron a buscar dos ramos de aproximadamente diez plátanos cada uno. Tomé uno rápidamente y guardé el resto para el viaje. Muy agradecido por tan exquisito regalo, me despedí y les aseguré que verían a este qüi plu nuevamente. 

Niñas manteniendo su escuela en orden

domingo, 10 de noviembre de 2013

DONKEY KONG COUNTRY Y OTROS AMIGOS

En este país me siento más flojo de lo usual, o por lo menos más lento. No es que quiera ser así. El calor te saca la energía cada vez que sales a terreno. Todos los días camino cuatro kilómetros ida y vuelta para llegar a la oficina donde trabajo y no existe el día en que no ande sudado. A pesar de esta molestia, el deporte es una actividad que nunca he querido dejar de lado y es por eso que acá decidí seguir trotando.

Por ahora tengo dos rutas y creo que ambas tienen ocho kilómetros en total. Por lo menos una ya la medí con GPS. Mi humilde teléfono inteligente me ha servido bastante por estos lados.

En ambas rutas primero hay que caminar veinte minutos antes de salir del pueblo y tomar algún otro camino más despejado para correr, o al menos para que no me sigan los niños. A veces toma más tiempo porque hay que saludar a todos. No es que sea tan social y me guste saludar a cada persona con la que me encuentro, es sólo que todos te miran y es inevitable devolver el saludo.

Trotar con 30° C o más no es muy agradable, especialmente si la humedad está muy alta, pero vale mucho la pena mirar los paisajes de esta región, y también porque me gusta exigirme en los deportes.


Ruta más boscosa

Al comenzar a registrar mi ruta, observé detenidamente los bananos y lo primero que se me vino a la mente fue el juego de video para Super Nintendo, Donkey Kong Country. Era bastante asertivo pensar que los árboles que aparecían en el juego eran bananos, pero nunca había visto uno en vivo y en directo para poder hacer la conexión. Lamentablemente, no se ve ningún gorila trepando por los árboles en busca de bananas y menos cocodrilos erguidos resguardando alguna zona en particular.

Plátanos al costado de mi ruta

Bananos
Luego de pasar por los bananos se puede observar otro tipo de vegetación a los alrededores. Un tipo de vegetación mucho más espesa a la cual no visitaría con camiseta manga corta y pantalón corto. Tampoco la visitaría si no tuviera al menos otras cuatro cosas como un repelente para mosquitos, botas largas, un machete y, sobretodo, conocimiento de la flora y fauna del lugar. Soy aventurero, pero alguien me contó que había sólo una dosis en la clínica para combatir el veneno de una serpiente muy común en estos lugares, así que iré paso a paso por esos caminos.


Vegetación a los alrededores

Los papayos también soy muy comunes de encontrar por estos caminos. Cierto es que la gente obtiene las papayas de mucho más al interior del bosque, donde están más maduras. No es un trabajo fácil en lo absoluto.


Papayo
También me encontré con un amigo. Ojalá nunca hubiera sabido que habitaba por esta zona. Su nombre es el escorpión y es del largo de un pequeño roedor. Así que ahora tengo otro motivo para andar muy paranoico por los caminos menos habitados.


Fue aplastado por una moto probablemente
Llegando al final de mi destino el sol desaparece poco a poco, lo que a mí personalmente me dice que debo volver pronto porque no hay luz en las calles y menos en el bosque. Además, quiero comprar algunas naranjas y plátanos para recuperarme de tan agotadora salida a terreno. 


Atardecer cerca de Saclepea

viernes, 1 de noviembre de 2013

EN SACLEPEA, CONDADO DE NIMBA, LIBERIA

El camino desde la capital hasta Saclepea podría decirse que es bastante peculiar. Hay que salir muy temprano porque es un viaje que realmente toma mucho tiempo. Objetivamente, la distancia es menor a trescientos kilómetros, pero el camino tiene sus dificultades.

Camino hacia Saclepea
Primero que todo, no es fácil salir de la capital en la mañana. Todo el mundo está tratando de llegar a sus trabajos y el tránsito es lentísimo. En segundo lugar, cuando comienza a despejarse un poco el camino, comienzan los baches. Hoyos tan grandes que podrían haber destruido la camioneta 4x4 en la que íbamos si no se tomaban las precauciones necesarias. A pesar de eso, el paisaje es maravilloso y es que por todos lados se pueden observar cientos de árboles frutales y árboles de caucho. Además, hay pequeñas comunidades a lo largo de todo el camino donde uno pueden comprar sus productos e incluso hay pequeños restaurantes para satisfacer el hambre del largo viaje.

Pequeños puestos a lo largo del camino 
Uno podría pensar que es suficiente observar la belleza del lugar para que las horas de viaje no se noten tanto. Sinceramente, no es así. Después de seis horas en vehículo uno ya no sabe cómo sentarse y cuando uno trata de dormir un poco te despiertas de un salto.

Plantaciones de caucho
Todo tiene fin. Hemos llegado a Saclepea. No fueron nueve horas, fueron casi once horas de viaje. Aún cuando estaba exhausto por el viaje, decidimos salir a beber unas cervezas y a comer comida local. Las amigas de Lindsay nos estaban esperando. Ellas son voluntarias en el programa Peace Corps de Estados Unidos. Ya llevan más de un año acá y conocen el sistema bastante bien.

El pequeño bar está abastecido de electricidad gracias a un transformador. A veces la energía se va por unos segundos y vuelve. Le da otro toque a las conversaciones. No hay muchas opciones en cuanto a cerveza, así que ordenamos la bebida local llamada Club. Es una cerveza de buen gusto y aunque no me hubiese gustado, es todo lo que tenemos en este pequeño pueblo.

Después del bar, nos dirigimos a la base militar de las Naciones Unidas de la que están a cargo soldados de Bangladesh. Resulta que ellos no sólo se encargan mantener la paz en la zona, sino que también venden comida por un precio más que razonable. La comida es del tipo “todo lo que puedas comer”. Nos dieron arroz (no podía faltar), pescado, pollo, salsa picante y sólo porque yo era nuevo, carne de res. Fue una cena increíble. Estos chicos sí que saben cocinar y traer sus tradiciones culinarias a estos lugares. Ya sé a dónde iré cada vez que no quiera cocinar.

Ha sido una larga jornada y sólo me queda descansar para mañana recorrer las calles y conocer gente. También me prometieron unas lecciones de motocicleta. Ya veremos cómo va eso. 

Llevar cosas sobre la cabeza es lo más normal por acá