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jueves, 21 de agosto de 2014

DESDE SACLEPEA A SANTIAGO DE CHILE – EL FINAL QUE NO QUERÍA ESCRIBIR


Ya en mi entrada anterior había escrito un poco sobre el final de mi aventura por Liberia. Sin embargo, aquella no fue una conclusión, más bien una transición hacia esta última reflexión.

Hoy caminaba por una de las calles de Santiago de Chile y por alguna extraña razón me acordé de Liberia. Eso sí, con cierta dificultad. A veces pareciera que todo fue un sueño, como si nunca hubiera vivido en África. Quizás lo que me hizo acordar de  Liberia fue la gran cantidad de gente que caminaba a mi lado, los grandes edificios, el ruido de los autos, la gente usando ropa a la moda y las conversaciones por teléfonos inteligentes, es decir, me acordé por todo lo que no tiene este pequeño país africano.

No es fácil concluir o escribir el final de una historia. Especialmente cuando ya estoy totalmente involucrado en mi nueva vida. Por otro lado, en las noticias han estado transmitiendo sobre Ébola diariamente. Es muy triste ver como un país se destruye por una enfermedad, o por la falta de educación y recursos para combatirla. Mi ex jefa me contó que están sacando a todos los extranjeros que trabajan para organizaciones internacionales. A mis amigas de Cuerpos de la Paz ya las sacaron y a muchos otros que conocí en el camino. A Jolene, mi jefa, también le ofrecieron sacarla de allá lo antes posible, pero ella se rehusó (siempre supe que estaba trabajando con alguien muy especial). Ella y el equipo de PCI siguen trabajando en terreno, pero con un enfoque totalmente hacia la prevención de esta terrible enfermedad. Es irónico que las personas más capacitadas en términos de educación y conocimiento para manejar estas situaciones sean las primeras en ser evacuadas, uno esperaría que el personal de las Naciones Unidas se quede para ayudar, por ejemplo. Por otro lado, quién arriesgaría su vida si hay toda una familia detrás o porque simplemente sigue su instinto de supervivencia. Por mi cuenta, salí justo a tiempo, sin saber lo que se avecinaba.

A veces me pregunto si los seres humanos realmente cambiamos. Según Dr. House, un gran personaje de televisión, la gente no cambia. En algunas ocasiones siento que he cambiado, pero en otras siento que sigo haciendo exactamente lo mismo. Pensé que ahora sería más sencillo con mis gustos, pero a veces el trabajo exige gastar dinero en ropa innecesaria, al menos desde mi punto de vista. ¿He gastado menos en comida? No realmente, las ganas de volver a comer algo que no sea arroz me han hecho gastar bastante. Quizás hoy estoy en esos días donde cuestiono mi actuar.

Tal vez estoy exagerando un poco. Al menos siento que sí aprendí en este viaje. Uno puede leer mucho sobre un lugar, ver documentales, etc. Pero si nunca se ha vivido ahí, no se ha experimentado realmente el sentir de la gente. Ahora veo las noticias con otros ojos. Ojos más críticos hacia la prensa misma. ¿Pero de qué sirve? Quizás de cultura general porque a mucha gente le da lo mismo lo que suceda fuera de Chile, o incluso fuera de Santiago como me he dado cuenta ahora que vivo en la capital.

No quiero parecer tan pesimista. Sin duda, mi viaje a África ha sido una de las mejores experiencias que he tenido. Es sólo que es difícil entender las desigualdades que tiene este mundo. Y es más difícil entender la facilidad con la que uno se olvida del sufrimiento de aquellas personas y lo rápido que uno se adapta a su rutina.

¿Extrañaré Liberia? Sí, por supuesto. Extrañaré los momentos, los aromas (no el mío después de una jornada de trabajo), la sonrisas de los niños, los paisajes y la cantidad de tiempo que tenía para conversar de la vida simplemente. Si alguna vez me preguntaran si volvería, creo que diría que sí. No por tanto tiempo eso sí. En mi opinión, África es de esos lugares que te saca de quicio, que te frustra con la falta de un sistema organizado, pero que a su vez te fascina. Es una máquina del tiempo donde retrocedes hasta el comienzo de la urbanización y la expansión de la población. Allá observé que la línea entre el progreso como lo conocemos y la naturaleza es muy delgada y frágil, casi invisible, casi incompatible, casi imposible de dibujarla.


No sé cuál será mi próximo destino o si realizaré otro viaje, pero el deseo de explorar otras culturas siempre está ahí. Muchas gracias a todos los que se dieron un tiempo para leer lo que es una simple opinión y visión de uno de los más de siete mil millones de habitantes de este planeta. Adiós.