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sábado, 3 de mayo de 2014

VIAJE EXPRESS


Han pasado varias semanas desde mi última publicación sobre Ébola. (Por cierto, el acento va en la primera sílaba y no en la segunda como lo había escrito). En estos últimos días no se han registrado nuevos casos y al parecer la situación está bajo control. Sin embargo, para mantener a la gente alerta, un grupo de jóvenes liberianos crearon una canción sobre esta enfermedad, se toca mucho en las radios locales. Dentro de todo este ajetreo, tuve que realizar un viaje de emergencia a Costa de Marfil. Afortunadamente, esta emergencia no tenía nada que ver con la enfermedad, sino con un examen de inglés que tenía que rendir, sin excepción, para mi próximo proyecto.  

Para poner los hechos en contexto, realicé mi viaje la segunda semana de abril. No fue fácil tomar la decisión de dar el examen de inglés en este país por una serie de razones. La primera es que no hablo francés. La segunda y más importante es que Costa de Marfil tuvo una guerra civil no hace muchos años atrás y aún hay inestabilidad social en algunas regiones. Por último, sería la primera vez que viajo en África solo, a través de transporte terrestre  y sin la protección del auto de la organización.

El primer paso dentro de todo este viaje es conseguir la visa para facilitar el tránsito en las aduanas. Este documento cuesta setenta dólares y permite ingresar al país por una sola vez por un periodo máximo de tres meses. El próximo paso es coordinar el viaje desde Saclepea hasta el límite de Liberia con Costa de Marfil. Este trayecto dura dos horas y media y lo pude hacer en el auto de la organización. Debo decir que iba un poco nervioso durante este lapso porque no sabía que esperar una vez que llegara a la aduana. Ya en la aduana de Liberia seguí el procedimiento habitual que incluye mostrar la visa de Costa de Marfil, mostrar mi pasaporte y mi libro que comprueba que he sido vacunado contra la Fiebre Amarilla. Todo estaba en orden, así que pude continuar. Es importante mencionar que el límite físico entre estos dos países es un puente. Así que una vez que terminé mis papeles caminé por el puente hasta llegar al primer punto de revisión en Costa de Marfil.

El primer punto de revisión es en una pequeña cabina donde revisan si llevo substancias ilícitas. La verdad que no me revisaron, me dejaron pasar libremente. Luego llegué a la cabina donde me entrevistó un doctor para saber si sabía algo sobre Ébola. Le dije que trabajaba para una organización que vela por la salud de los liberianos. (En realidad lo tradujo un chico de Liberia que me ayudó durante todo ese trayecto). Así que, nuevamente, me dejaron pasar. Por último, llegué a la temida sección donde revisan los documentos como el pasaporte y la visa. Es un poco difícil pasar por estas revisiones porque la policía en África del Oeste es mu corrupta. Para mi fortuna, todo estaba en orden y no me pidieron ningún tipo de “ayuda” económica. Por último, mi ayudante me llevó hasta el estacionamiento de motos, negocié el precio e inicié mi recorrido por Costa de Marfil.

La tarifa desde el límite hasta el primer pueblo, Danané, es de quince dólares por un viaje de una hora y media, el mismo precio que cuesta el viaje desde Danané hasta Abidjan, la capital de Costa de Marfil, por un viaje de doce horas. Al principio no entendía el precio del primer trayecto, pero a mi regreso lo comprendí. El conductor resultó ser un chico de Guinea y me ayudó durante mi estadía en Danané e incluso a mi retorno a esta ciudad. Asimismo, me ayudó a comprar el pasaje para el bus y a conseguir alojamiento por un precio razonable, sin cobrarme dinero extra como normalmente sucede en estos países.

Danané es una ciudad pequeña que cuenta con algunos servicios básicos como red de agua (no sé si es potable) y red de electricidad. Hay muchos restaurantes, muchos talleres de carpintería, pequeños puestos de frutas y verduras; y algo que identifica mucho a Costa de Marfil, pan estilo francés por todos lados y a muy bajo costo. Pasé un día completo y una noche en esta ciudad. Salí a caminar un poco y practiqué francés con algunos residentes que me ayudaron a comprar comida. No sé hablar francés, sólo sé saludar y puedo leer un poco porque se parece muchísimo al español.

Día dos en Costa de Marfil. Me levanté muy temprano para ir a la estación de buses en caso de tener algún inconveniente. Por supuesto, debí haber pensado que estoy en África y el tiempo no es una prioridad, partimos dos horas después del horario establecido. Mientras tanto, comí pan baguette con huevo y café en un pequeño puesto de comida. Estaba muy bueno, realmente se nota la influencia francesa en la cocina. Finalmente, me subí al bus y comencé mi viaje hacia Abidjan.

Lo bueno de viajar en Costa de Marfil es que los caminos son pavimentados; de hecho, tienen una autopista con cuatro vías en muy buen estado. Por otro lado, el viaje no debería tomar doce horas, fácilmente se puede hacer en ocho horas. El chofer del bus paraba en muchos pueblos y, contradictoriamente, cuando íbamos por la mejor carretera, iba a menor velocidad por miedo a que le saquen una multa. Después de ver el actuar de la policía me di cuenta el porqué del miedo de los conductores. Durante todo el viaje, también paramos a comer y a hacer nuestras necesidades a una orilla del camino porque el bus no tenía baño.

Finalmente, llegamos a Abidjan alrededor de las ocho de la noche. Nos estacionamos en un lugar bastante caótico. Imagínense llegar de noche a una ciudad capital que no conocen, está oscuro y no hablan el idioma, hay muchísima gente a tu alrededor tratando de llamar tu atención por diferentes razones y no tienes idea de cómo llegar al hotel. Para mi fortuna, otra vez un liberiano me asistió con la traducción y me ayudó a conseguir un taxi que me dejó en las puertas del hotel. En ese momento, por primera vez en todo el viaje me sentí menos presionado. Lo había logrado, había llegado a la capital sano y salvo.

El hotel era más bien una residencia muy bonita y organizada. Contaba con todas las comodidades y el administrador hablaba suficiente inglés como para preguntarle algunas cosas básicas. Al final de la noche, ya no tenía energía más que para una ducha y dormir.

Al siguiente día, tenía una tarea bien clara: encontrar la Biblioteca Nacional donde tomaría el examen de inglés. No fue muy difícil porque al menos podía pronunciar ese nombre en francés, Bibliothèque Nationale. Ese mismo día también visité una pizzería y un supermercado. ¿Un supermercado? Sí, leyeron bien. Me gusta comprar productos locales, especialmente me gusta probar los lácteos. También compré algunas cosas para cocinar en el hotel; es más económico y, cuando tengo los ingredientes, me encanta cocinar.

Siento decepcionar a mis amigos(as) con la falta de fotografías. Mi escusa es que no planifiqué este viaje con más de una semana de anticipación. No busqué mucho en Google sobre los lugares para visitar en la capital y no es fácil movilizarse cuando no se habla el idioma. Ciertamente, se puede, pero hay que planificar un poco mejor. Mi opción era andar en taxi, pero cada viaje costaba caro. Así que en esta oportunidad fui bastante práctico e hice lo que tenía que hacer solamente.

Llegó el día del examen y todo salió bien. Estaba muy nervioso porque el sistema se cayó varias veces y no sabía que esperar, a pesar de que me dijeron que todo se grababa en el servidor.

Durante mi último día, me dediqué a recorrer el mercado, comprar mi pasaje de vuelta, comer fruta y descansar mi mente. Al otro día, nuevamente me levanté a las 5:30 por una semana consecutiva. Llegué al estacionamiento con una hora de anticipación. ¿Qué sucedió? Tuve que esperar tres horas para salir de Abidjan. Había mucha confusión, nos cambiaron de bus tres veces. Se especulaba que la razón por la que no tomaríamos el bus grande era porque lo habían hecho volver por posibles casos de Ébola. Salimos de la capital muy tarde y eso hizo que llegáramos a Danané a las diez de la noche en un minibus. Fue el viaje más incómodo que he tenido. El asiento era muy pequeño, paramos en cada pueblo que había. Ya al anochecer, la policía se subía al bus a preguntar por las identificaciones. En ese momento, me explicaron que no era seguro viajar de noche porque había grupos en las carreteras que secuestraban a los pasajeros. No fue el momento ideal para conocer la noticia. Pero llegamos, llegamos bien. Para mi sorpresa, mi amigo de Guinea se acordaba de mí y me estaba esperando cuando llegamos a Danané, me llevó hasta el hotel y no me cobró por el viaje. Sólo quería asegurarse que al siguiente día me iría con él hasta la aduana.

Al otro día no fue fácil coordinar mi regreso a Liberia. Le pedí al chico que me pasara a buscar a las once de la mañana. No tenía apuro ya que el auto me estaría esperando a la una de la tarde en Liberia. Todo iba bien en la mañana hasta que llega el chico y me comunica que deberíamos irnos inmediatamente porque el gremio de motociclistas estaba pensando en no dejar ir a nadie más hasta el límite debido a que Liberia tenía pensando cerrar su aduana. El chico de Guinea decidió llevarme de todas maneras.

En este último trayecto me di cuenta por qué el viaje entre Danané y la aduana era tan costoso. En el primer punto de revisión, la policía le cobró dos dólares al chofer, no sé si el gobierno está al tanto de ese “peaje”. En el segundo punto, un policía le cobró seis dólares y en el último le cobraron dos dólares más. Un total de diez dólares en “peaje”; honestamente eso es corrupción. Estaba muy enfurecido con la policía en ese momento. El chico solamente tuvo un resto de cinco dólares, sin contar el combustible. En el último punto de revisión iba todo bien hasta que un policía de gafas bien oscuras, muy parecido al típico estereotipo de dictador africano me cobró cuatro dólares. Conociendo el sistema, me hice el desentendido y le dije que no debía pagar porque tenía todos mis papeles en orden. El policía se enfureció y ni siquiera me miró, sino que se puso a discutir con el conductor. Me sentí muy mal en ese momento porque no pensé que se iba a descargar con él. Probablemente le iba a causar problemas cada vez que pase por ahí. Los otros tres policías que estaban en el lugar intentaban tranquilizar al otro policía corrupto. Ellos me decían que nos vayamos, pero el conductor estaba asustado, después de todo el policía corrupto tenía una ametralladora. Finalmente, se para uno de los policías que medía siquiera un metro noventa y encara al corrupto. Fin de la discusión. Llegué a la aduana y pasé sin ningún problema a Liberia.

Este viaje sin duda fue estresante por varias razones como podrán darse cuenta. La policía tiene más poder y es muy corrupta. De igual forma, algo que me disgustó muchísimo fue que los marfileños tratan muy mal a los liberianos. Primero, los hacen pagar en las aduanas a pesar de que existe un tratado de libre tránsito entre países de África del Oeste. También los hacen vacunarse contra ciertas enfermedades. Y como si no fuera suficiente, incluso cuando han pasado por todos los controles, los hacen volverse a Liberia. ¿La razón? Ébola. Al menos, eso fue lo que me contaba la policía de Liberia, quien además me confirmó que no tenían pensado cerrar su aduana, sólo querían asegurarse de que la policía marfileña no se aprovechara de la situación. Lo más contradictorio, es que hay muchos refugiados de Costa de Marfil en Liberia y los liberianos los tratan bastante bien. Es difícil comprender ciertas injusticias, pero cada vez me convenzo más que nuestra naturaleza humana muchas veces es despreciable.

¿Volvería a Costa de Marfil? No lo creo. Por supuesto, es mi humilde opinión. Si viajan con harto dinero y hablan francés quizás tengan un mejor momento. Es un país con muchas atracciones turísticas y está más desarrollado que Liberia. Geográficamente es bien lindo. Por otro lado, no puedo sentirme seguro como turista si la policía no es de confiar. En Chile sabemos que es bien probable que le roben a un turista, pero en la mayoría de los casos se puede confiar en que la policía no intentará aprovecharse de ellos. Ghana sigue siendo mi país favorito en África del Oeste.

Claro está que no lamento el viaje a Costa de Marfil. Aprendí más francés del que podría haber aprendido en un mes con un libro, es el primer país que conozco que tiene influencias francesas, aprobé mi examen con un puntaje mejor del que esperaba, probé comida exquisita y, por sobretodo, tendré más recuerdos de otra lugar del mundo. 




Alrededores de Danané


Monumento religioso en Yomoussoukro (Ciudad más grande de Ivory Coast)

Otro monumento religioso en la misma ciudad

Los mercados son más variados que en Liberia

Africa también tiene su lado moderno
                       
Catedral de San Pablo